jueves, 2 de junio de 2011

David Copperfield: "Soy como un niño de catorce años" (III)

«Mi mensaje es que si uno trabaja duro puede hacer que los sueños se conviertan en realidad. Nada es imposible»

(El Semanal. Año 1998)

De todos modos, me temo que el público espera de usted que le asombre, no que le haga reír.
Por descontado, ése es mi objetivo. Y yo, a mi vez, espero que los españoles sean tan apasionados como manda el tópico, porque yo también lo soy.

¿Ah, sí?
Uy, sí... Mucho... Mmmmm... No se imagina cuánto...

Se diría que teniendo un trabajo que requiere tanta precisión y meticulosidad, es usted una de esas mentes frías y calculadoras.
Parto del caos y me encanta organizar ese caos; desde un punto de vista artístico, por supuesto.

Sus colaboradores dicen que es usted muy ordenado y que lo guarda todo. Incluso los primeros juegos con los que hacía magia en su niñez.
Claro, es que son muy importantes.

Uno de los momentos más emotivos del espectáculo es cuando evoca a su abuelo. ¿Fue su maestro?
La verdad es que tuve poco tiempo para conocerle bien. Murió cuando yo era bastante pequeño. Más que enseñarme trucos, creo que me transmitió una chispa de inspiración, que es muy importante.

¿Ser hijo único le convirtió en un niño mimado?
Estoy seguro de que mis padres intentaron mimarme. Pero al mismo tiempo me dieron una orientación muy fuerte. Me enseñaron a ganarme las cosas a base de trabajo y esfuerzo. Quizá resulte duro, pero también tremendamente eficaz, porque ése ha sido mi sistema desde entonces y creo que no me ha dado malos resultados.

¿Cómo era la atmósfera que se respiraba en su casa? ¿Mágica?
No especialmente. Formábamos una familia completamente corriente. Y yo era un niño de lo más normal. Jugaba en el equipo de béisbol y esas cosas.

Sin embargo, no levantaba un palmo del suelo y ya cobraba cinco dólares por asistir a su espectáculo de magia casera. Eso no es muy normal.
Bueno, hay mucha leyenda al respecto. Tenía doce años y no cobré cinco dólares a cada espectador, como se ha dicho. Hice el show entero por sólo cinco dólares. Me contrataron por esa cantidad para actuar en el cumpleaños de un niño.

¿Qué le gustaría hacer desaparecer del mundo si fuera posible?
Me gustaria que las personas se llevaran bien entre ellas. Así que quitaría del medio la violencia y la tensión que desencadenan las guerras y la lucha entre la gente.

Sus montajes suelen tener algo así como un mensaje.
Mi mensaje es que si uno trabaja duro puede hacer que los sueños se conviertan en realidad. Nada es imposible. Y, también, que no debemos darlo todo por hecho y pasar por la vida sin apreciar las cosas y las personas que tenemos alrededor. A veces uno no se da cuenta de lo que tiene hasta que lo pierde, pero entonces es demasiado tarde. Y yo intento que no me ocurra.

Eso de trabajar duro es algo que va con usted. ¿No será un adicto, un "alcohólico del trabajo", como dicen en su tierra?
La verdad es que trabajo muy duro. La mayor parte del tiempo estoy concentrado en mi profesión, en los nuevos trucos con los que perfeccionaré mi espectáculo y en cosas así. Pero con los años he logrado encontrar un cierto equilibrio y he aprendido a repartir mi tiempo entre el trabajo y el ocio; me relajo, me divierto y me dedico a los hobbies que más me gustan. El más reciente es coleccionar máquinas antiguas que predicen el futuro, como ésa que aparece en la película Big, ¿se acuerda? Máquinas que tienen que ver con la adivinación y la astrología, más que con la magia.

¿Cree en la astrología?
La verdad es que no. Pero me divierto mucho con ella.

¿Es una persona religiosa?
Mucho. Le rezo a Dios todos los días, varias veces. Pero esto es algo muy personal que me guardo para mí.

Supongo que se habrá sentido como Dios cuando voló sobre el Gran Cañón o hizo desaparecer la Estatua de la Libertad.
No me creo un dios, pero confieso que a veces me siento inspirado y muy feliz, como si tocara el cielo. Pero con muchísimo respeto hacia Dios.

¿Cuál es el truco que más le gusta?
Sin duda, volar. Aunque, últimamente, también me divierte mucho hacer desaparecer a la gente.

¿Qué tiene eso de divertido?
Es genial, porque cada vez lo haces con personas distintas y las reacciones son muy diferentes.

Las reacciones de los familiares deben de ser muy curiosas. Aunque, claro, ya se sabe que al final del show recuperan a sus seres queridos.
¿Quién le ha dicho eso? Puede que los recuperen o puede que no. Eso depende. Y no se crea, algunos hasta me agradecen el perder de vista a una esposa o a un marido (Risas).

¿Qué truco le ha costado más esfuerzo?
Volar. Estuve trabajando en ello durante siete años hasta que salió perfecto.

¿De dónde saca la inspiración?
Absolutamente de todas partes, de un sueño, de una canción, de una película, de un poema, de la observación de la gente, de una conversación con un amigo... Todo vale.

¿Y hay algo que se le resista, algo que desee alcanzar y no pueda, un imposible?
Sí, tengo una cosa en la cabeza en la que estoy trabajando ahora mismo y que me tiene bastante obsesionado, pero no puedo dar pistas sobre ello. Todavía no.

La competencia es muy dura en su oficio.
Sí, pero no es sólo por eso. Es que si lo cuento le quito la gracia.

¿Es una persona obsesiva?
Sí, pero sólo cuando trabajo. Fuera del trabajo sé divertirme y puedo resultar muy relajado y poco obsesivo. Está claro que en mi oficio soy perfeccionista y eso quizá me hace un poco difícil. Pero cuando desconecto soy completamente distinto. Como le decía antes, hay dos David.

¿Y cuál de los dos prefiere?
Cualquiera de ellos, porque ambos tienen sus buenos momentos.

¿Sabe que hay quien dice que es usted aún mejor vendedor que mago?
Mire, mi mejor marketing es el boca a boca. La gente que viene a ver mi espectáculo y se lo cuenta a un amigo es mi mejor publicidad. Las grandes campañas o promociones duran lo que un suspiro. Y yo ya llevo muchos años en esto.

Su museo contiene muchas piezas de Houdini. ¿Qué es lo que más admira de él?
Su sentido del marketing (Risas). Sin duda, era buenísimo en eso. Mucho mejor que yo. Tenga en cuenta que tuvo un éxito enorme, pese a que prácticamente siempre hacía lo mismo. No creó demasiadas cosas.

¿Le atrae el lado oscuro de la magia?
Prefiero quedarme con la parte luminosa.

Por cierto, ¿le dejan jugar en los casinos de Las Vegas?
Hasta hace unos años me lo tenían prohibido. Pero si le digo la verdad no suelo jugar, porque todo el mundo me conoce y, si pierdo, quedo fatal y se ríen de mí. Así que prefiero evitarme el bochorno.

Uno de sus espectáculos lleva por título "Sueños y pesadillas". ¿Cuáles son sus sueños y sus pesadillas?
Mi sueño es encontrar la paz y el sosiego, y mi peor pesadilla, no disponer del tiempo para desarrollar los proyectos que tengo en la cabeza, tanto de trabajo como personales.

Su cabeza debe ser un volcán.
Así la siento yo a veces. Pero procuro echarle agua.

Hablando de planes personales, en España se le espera este verano por Mallorca.
Ya he estado allí y me encantó, así que pienso repetir.

Todo el mundo se pregunta si se casará el año que viene con Claudia Schiffer.
De momento nos encontramos bien así. Estamos muy enamorados, nos divertimos cuando estamos juntos y eso es lo importante. Lo demás, ya se verá...

A sus 42 años aún no ha formado una familia. ¿Qué se lo ha impedido?
Simplemente, no ha llegado el momento oportuno. No tengo prisa. Cada cosa a su tiempo. Y tampoco me siento especialmente viejo, porque, como le decía antes, en realidad no tengo 42 años, sino catorce.

[El Semanal. 25 de octubre de 1998]